lunes, 29 de junio de 2009

Lol (laughing out loud)


Hoy he vuelto a quedar con Carmen Cacidedo después de hace muchísimo tiempo. Por unos motivos y otros, hacía mucho que no nos veíamos y ayer me mandó un SMS para quedar y al final ho hemos vuelto a "reunirnos" después de mucho tiempo sin saber la una de la otra, y hemos decidido ir la cine.


No es que esto vaya a ser un diario cibernético en donde ponga lo que me pasa todos los días. A final de cuentas, un diario es privado e Internet no cumple con una de esas característica. Tampoco quiero ojos indiscretos ojeando en mi vida (al menos sin yo saberlo). De todas formas, este día ha sido especial y esta peli ha sido especial.


La película se llama LOL (laughing out loud) y -supuestamente basada en un hecho real (yo diría que la realidad de muchos adolescentes y no tanto)-trata de una pandilla de amigos, de sus problemas, amores y desamores. Conflicos con papá y mamá. Broncas. Rivalidades... En fin, un lío de mil pares de narices pero ¿qué es la vida sino un lío?


La cuestión es que la peli gira entre el mundo adolescente y el mundo adulto. Una hija que se enamora del mejor amigo de su ex novio (lo cual no es muy extraño aunque a mi, personalmente, no me ha ocurrido nunca. Claro...también es verdad que yo aún no me he enamorado, jejeje) y una madre divorcidad que se acuesta con su ex marido (casualmente, madre de la que se enamora del BF de si ex). Suceden mil y una cosas y aunque no voy a desvelar el final, la película es muy entretenida (claro ejemplo de que no hace falta ver cine norteamericano para ver una buena película. Esta es francesa).








E hilando un poco con la peli y sus momentos de amor-romanticisimo, la verdad es que yo a veces también tengo ganas de encontrar algo así. No es que esté loca por encontrarlo. Las cosas llegan cuando tienen que llegar, ¿no? Pero supongo que es normal "ilusionarse" con esto del amor cuando sales de una película con tintes romanticanos. Finales felices. Caras contentas...Lo que se espera de este tipo de películas. Pero supongo que a lo que me refiero es que me apetece tener esos momentos que aparecen en la película donde, durante un viaje, Maël (el mejor amigo del ex de Lola) se acerca a ella -después de una pelea por dejarla plantada- y se reconcilian mientras él le da besitos cariñosos por toda la cara. ¡Eso es precioso!

Muchas veces los momentos más especiales se reducen a los momentos más tiernos en su simpleza. Que te "coman" la cara a besos pequeñitos, que te den un mordisco suave en el labio, que te acaricien el pelo... Cosas muy sinceras que realmente convierten en maravillosos los momentos. Eso no quite que un beso desenfrenado y lleno de pasión no esté de lujo. Tiene que ser más bien una mezcla de ambos.


Lo bonito de la película es eso, que hay momentos muy tiernos y otros muy de locura, como los llamaría yo.

No sé...supongo que como acabo de verla estoy más "sensiblona" de lo normal. Pero no deja de ser especial vivir, aunque sea a través de una pantalla, momentos como esos. Y es natural querer vivirlos en la realidad. ¡Todas soñamos con un príncipe azul! Que llega tarde...eso es otro cuento, jejeje.

De cualquier manera, cuando tenga que llegar, llegará. Tampoco lo voy buscando. No se puede forzar a la gente a sentir cosas. Van en contra de la naturaleza. No funciona de esa manera. ¿A quién nos gusta que nos presionen? A mi no... Y además, tampoco hay una prisa infernal. ¡Sólo tengo 20 años! Tengo tiempo, no es que vaya a casarme necesariamente mañana mismo. Además, prefiero estar sola que mal acompañada. O mejor dicho, prefiero estar sola que estar con alguien que no me "llene" completamente.

Dani (mi hermano) siempre dice que el hombre que se case conmigo será inmensamente afortunado (lo dice porque es mi hermano, porque cocino y porque soy muy horgareña, jejeje. ¡Pero sobre todo porque es mi hermano mayor! xD). Pues yo a veces pienso que no se trata de la suerte que tengan él de encontrarme a mi, sino de que los dos nos encontremos. Yo sí sueño con algo especial, algo para toda la vida (que en los tiempos que corren no es muy sencillo. Hoy mismo anunciaba en la película otra película -valga la redundancia- que decía: "El matrimonio es la causa de divorcio". Por un lado es obvio. No puede haber divorcio sin matrimonio. Sin embargo, dudo que ese fuese el significado que quisiesen darle a la frase).



No sé...supongo es que sueño mucho con que llegue ese día donde te vistes de novia (ese día que piensas: "Hoy soy la más guapa porque sino no lo seré nunca" xD), vas con un velo precioso, el ramo mejor elegido. Caminas por una Iglesia preciosa llena de amigos y amigas y al fonde, estático y conlos mismos nervios que tú, él. Él que, aún no tiene nombre xD, te observa con detenimiento. Él, al que le has contado muy, muy, muy por encima lo precioso de tu vestido (sin desvelar nada, que trae mala suerte). Él, que te regaló el anillo de compromiso más bonito de la joyería (claro que no el más caro, pero el valor de un anillo de pedida no está en el número de ceros, sino el el verdadero valor que conlleva).


Y mientras vas caminando te pones a pensar: "¿Será para toda la vida? ¿Cuántos hijos tendremos? ¡Me muero de ganas de irme a las Maldivas de luna de miel".


Ese día se convierte en uno de los días más especiales de la vida de una mujer (y voy a eludir a los hombres; que escriban ellos lo que singifica para un hombre xD) que es únicamente superabale al día que se es mamá por primera vez (bueno, ¡por primera, por segunda, por tercera y por cuarta! :P). ¡Ese día sí que es el mejor en la vida de una mujer! Al menos lo será para mi. No creo que sea tan feliz ni aunque me hiciesen directora del Vogue americano y ocupase el puesto de Anne Wintour, jejeje. ¡¡¡Un hijo!!! ¡Tuyo! ¿Lo imaginas? Estar en casa y preparar la cuna, compras pañales, decora la habtación que ocupará cuando deje de dormir con mamá y papá. ¿¡Y el momento de dar el pecho!? Qué bonito...alimentar tú misma a tu propio hijo...no puede haber nada más grande en el mundo (eso es algo que un hombre jamás podrá experimentar ni cómo traer un hijo al mundo).


En fin... Claro que sueño con eso pero por otro lado me faltan tantas cosas por vivir. Tantas veces donde equivocarme. Tantos corazones que me rompan...Tantas ilusiones y desilusiones... Al final lo que quiero es que cuando cruce el pasillo de la Iglesia, sepa que quien me está esperando era el más especial. Poder decir: Es ÉL. Y, como en las películas, que termine con un...
(...and they lived happily ever after)

ASION (Asociación infantil oncológica de Madrid)

Llevo siendo parte de ASION algo más de un año. Les conocí un poco por casualidad después de pasar una tarde en el hospital de El Niño Jesús organizando unos juegos con los niños pequeños. Siempre he sentido mucho interés en ayudar y estar con niños enfermos y, en cierta forma, poder aportar mi granito de arena en hacer que lo pasen algo mejor. Así que encontrarme con ASION y que me aceptasen en el equipo como una voluntaria más fue maravilloso.

Recuerdo que mi primer día en el hospital fue un poco estresante. Tenía unas ganas increíbles de devolver y pensé que era por el olor tan fuerte y característico del hospital. El mundo se me vino encima porque si no podía soportar la situación, ¿cómo iba a poder venir todos los miércoles? Gracias a Dios, ese mismo día habíamos comido algo en casa que no nos sentó muy bien a ninguno de la familia, pero en ningún caso era que no soportase el olor a hospital.

La cuestión es que, aparte de eso, estaba bastante nerviosa en mi primer día. Ya había estado con niños enfermos (cuando organicé con el colegio una tarde en el hospital) pero nunca sólo con niños enfermos de cáncer.

Conocí a mis compañeros (que ahora se han convertido en muy buenos amigos) y me presentaron a las enfermeras de cada planta y explicaron un poco cómo iban las cosas con los niños. Lo que hacíamos, lo que no hacíamos... Después de una pequeña introducción empezamos a pasar por las habitaciones para hablar con los niños y preguntarles si les apetecía salir un rato para ir al colegio (es una salita que tenemos para hacer los juegos y manualidades) y hacer algo con nosotros. Sobre todo los niños más pequeños estaban encantados con la idea. Claro, después de tantas horas en la habitación, salir un rato con los voluntarios de ASION para hacer juegos, pintar o simplemente pasar un rato divertido, era lo mejor de la tarde. Con los niños de un poquito más de edad, más “adolescentes”, otra gallo cantaba. Preferían quedarse en la habitación así que se les preguntaba si querían que algún voluntario fuese con ellos a charlar, ver una película, jugar al Trival o a lo que fuese. Esos chicos por un lado. Por otro, están los niños aislados o que no pueden salir de la habitación porque están con la quimio. Con los segundos se está con ellos en la habitación sin ningún problema. Con los primeros lo que ocurre es que son niños que están más delicados que el resto. Muchas veces les ocurre que están muy bajitos de defensas y cualquier cosa les pone malitos (por eso que tengamos que entrar con mascarillas y habiendo esterilizado cualquier cosa que metamos con nosotros), así que nos turnamos los voluntarios para estar con ellos y otros estar con los niños en el “colegio”.

Haciendo memoria más a fondo de mi primer día como voluntaria, recuerdo que fue bastante impactante. No por el hecho de ser mi primer día como voluntaria sino porque era realmente la primera vez que me enfrentaba a la situación de estar con niños que se enfrentan y pelean con todas sus fuerzas para seguir vivos. Niños que luchan contra la muerte. Y tengo que decir que toda la ayuda que puedas dar a estos niños, todo el cariño y rato que puedas ofrecerles a ellos y a sus padres también, no tiene nada que ver con lo que se recibe a cambio. Es increíble como la sonrisa de un niño de 6 añitos enfermo de cáncer puede colocarte los pies sobre la tierra y darte cuenta de lo afortunado que eres porque no estás en un hospital, porque tienes piernas y brazos y que todos tus problemas se reducen a aprobar o suspender, a qué me pondré esta noche para salir, etc.

Me siento increíblemente afortunada de poder pasar unas horas con estos niños todos los miércoles. Sobre todo porque, yo siempre lo explico así, cuando llegas al hospital por primera vez, llegas para estar con niños enfermos de cáncer. Las horas van pasando y te das cuenta que son niños sin ese atributo añadido de que tienen CÁNCER, y finalmente dejan de ser desconocidos y son niños como Adrián, Juan, Sara, Paula, Alex, etc.

Mi experiencia en el hospital es una experiencia que animo a que todo el mundo tenga. Es maravilloso darse cuenta de que un niño de 8 años puede darte una auténtica lección de vida.

Estos niños son el vivo ejemplo de lucha y perseverancia. Y cada noche que vuelvo a casa después de estar tres horas con ellos, me meto en la cama y haciendo balance del día, los miércoles no pueden ser mejores. Me siento inmensamente afortunada de poder pasar unas horas con ellos y cuando me pongo a rezar pido por cada uno de ellos y deseo tanto como el resto de voluntarios que se curen todos. Y es verdad que no todos se curarán pero con uno que se cure, el trabajo de médicos, enfermas, voluntarios y sus padres (grandes luchadores en esta pelea por la Vida), merece la pena.

Hoy, después de casi algo más de un año, reconozco que visitar a “mis niños” del hospital es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Estoy convencida de que gracias a ellos soy mejor persona.

Por concluir, simplemente quiero decir que no existe nada que sea más especial y bonito en el mundo entero, que un niño enfermo que levanta la carita a un chiste pésimo que acabas de contarle y te sonríe. Eso, creedme, es un auténtico milagro.

viernes, 26 de junio de 2009

Así es como entiendo yo la atracción, la ilusión y el amor

Muchas veces nos pasa que nos ilusionamos tanto con una persona que proponerte olvidarla resulta casi una tarea imposible. Y estamos hablando sólo de “ilusión”, no de amor. El amor llega después y cuando se dice “te quiero” quien lo dice debe saber diferenciar entre el “te quiero” y el “te amo”. La ilusión es lo primero que nace. Después llega el amor.

La ilusión podría entenderse como cuando piensas en esa persona todo el tiempo, se te ilumina una sonrisa tímida en los labios. En las mujeres, te pasas horas pensando qué ponerte para verte guapa y en hombres, otras tantas en resaltar los encantos naturales propios. La ilusión son las famosas maripositas en el estómago, cuando te recorra un cosquilleo por todo cuerpo casi como un calambre de mil sensaciones. Cuando te ilusionas, todos los días te parecen maravillosos y está más pendiente que nunca del móvil, el correo o el Messenger. Estás a la espera de noticias, ¡de cualquier cosa que tenga que ver con esa persona! Y llegas corriendo a Facebook o Tuenti y lo primero que haces es mira si tienes correo privado y...no hay nada… Pero da igual, porque te meterás rápidamente en el perfil de esa persona, toda con tal de verla, aunque sea en fotografía.

Por eso digo que la ilusión es el principio y el amor es lo que viene después. Hay ilusión sin amor pero nunca hay amor sin ilusión. No se trata de buscar señales ni explicaciones. Los sentimientos no pueden explicarse. No se puede explicar porqué una persona te trae de cabeza. No se puede explicar porque pudiendo pensar en mil cosas diferentes, siempre piensas en ella. Y cuando parece que tu mente está en blanco de repente aparece su imagen de nuevo.

La ilusión es crear e imaginar un sueño. Toda ilusión es sueño. Sueño del primer beso, de la primera cita. Sueño de ir a tomar un helado o una Coca Cola. La ilusión es una mezcla de infinidad de sentimientos. ¡Tan pronto estás arriba como estás abajo! Cuando estamos ilusionados vivimos mucho más pendientes de los pequeños detalles. Pasamos de hacernos los interesantes y buscar la excusa perfecta para hablar o ver a esa persona. La tontería más insignificante te hace pensar si algo malo ha ocurrido o, por lo contrario, aumenta tu ilusión. Y poco a poco, despacito, al ritmo de cada uno, esa ilusión va cambiando. Va evolucionando y como cuando la oruga cambia a mariposa, la ilusión se convierte en amor y entonces todos los sentimientos son mucho más fuertes.

El amor por una persona lleva implícito millones de sentimientos y sensaciones que ningún otro sentimiento del hombre llega a experimentar. No es sólo amor carnal el que despierta algo diferente y que distingue este sentimiento del resto. El amor de madre y padre es el amor más grande del mundo. No tiene límites, no tiene un por qué se siente. Es la capacidad de dar la vida por otra persona sin dudarlo ni un instante. Y existe el amor fraternal entre hermanos. Un amor que nos enseña que da igual cuánto discutas y cuánto te pelees con tus hermanos. Da igual cuántas faenas te hayan hecho ni la de líos en los que te has metido por defenderlos. Todo da igual porque al final del día nada de lo malo llega ni a milímetros de lo mucho que se quiere a un hermano.

Y el amor de pareja es un mundo y aparte. Porqué nos enamoramos las personas o qué es lo que nos enamora de las personas no puede explicarse. No puedo decirle a un chico o a una chica por qué me he enamorado de ella. Sí, quizás se pueda responder con frases como: me encanta esto de ti, estar contigo es especial, no hay otra persona, le das un sentido a mi vida… Sí, todo eso son respuestas pero la realidad, el sentimiento, no se puede explicar. No tenemos que buscar explicación a todo en el mundo. El misterio forma parte de nuestras vidas y es, en cierta forma, lo que nos permite experimentar diferentes sentimientos a los que no se les puede dar un verdadero por qué.

No elegimos de quién nos enamoramos porque los sentimientos no pueden gobernarse. Y tampoco elegimos de quién nos ilusionamos. Muchas veces, aunque queramos poner una barrera o un límite físico y mental, los sentimientos no puede controlares. Escapan del poder del hombre. No pueden ser dominados y es eso lo que los convierte en maravillosos. Cuando queremos, cuando nos ilusionamos, simplemente se da. Nuestra mente funciona por un lado. Desde el punto de vista de la ciencia podría decirse que el amor se interpreta porque el cerebro manda señales químicas al resto del cuerpo. De allí la atracción. Es verdad que puede haber una explicación científica a esa sensación, pero no la hay al sentimiento, porque los sentimientos forman parte de la esencia de las personas.

Muchas veces las personas intentamos olvidarnos de lo que sentimos por otros. Nos autoconvencemos de que somos capaces de gobernarnos. Mentimos y nos mentimos, que es lo más grave. Mentir a los demás es algo que muchas veces no podemos evitar, a fin de cuentas es un escudo, un límite con la gente. Sin embargo, mentirse a uno mismo…intentar engañar al corazón –y no al corazón humano, a ese corazón que late al ritmo de la sístole y diástole- no sirve para absolutamente nada. Porque aunque creemos una ilusión pasajera de que nos hemos “olvidado” de esa persona, bastará una sonrisa, una llamada, un mensaje, ¡un verla desde lejos! para volver a la realidad.

Igual que no elegimos ni en quién nos fijamos ni en quién nos enamoramos, tampoco podemos elegir quién se enamore de nosotros. Este es, seguramente, la acción más frustrante que no consigue llevar a cabo el hombre. Y es que el amor no se compra, no es tangible, no es palpable, no puede obligarse a alguien a querer a otra persona y esta “injusticia” es lo más justo para las personas. Porque cuando consigues algo que no tienes al alcance de manera propia sino que es algo que nace en otros, el éxito es el más grande de todos.

Es verdad que con nuestra actitud, postura, forma de vestir, forma de vivir, forma de hablar, forma de desenvolvernos en la sociedad, etc., podemos conseguir llamar la atención de la gente, despertar la curiosidad. Y esto es muchas veces esa arma tan poderosa que puede tocar esa chispita que cree la ilusión. Pero es sólo eso.

Cuando ya te has enamorado, no hay vuelta atrás. Te has entregado por completo. Has dejado al desnudo la parte más íntima de tus sentimientos. Estás indefenso. Y esto es lo más maravilloso que tiene el amor, el hecho de que seamos, por un instante, absolutamente nosotros. Y es entonces cuando la vida de esa persona se convierte en parte indirecta de la nuestra. Cuando te has enamorado no existen ojos para otros. Es el momento en el que el “resto” es un mundo aparte de aquel mundo que has creado con la persona a la que amas. No a la que quieres. A la que amas.

Lo que pasa es que diferenciar el amor de la ilusión es una de las tareas más complicadas del ser humano. La ilusión se conoce inmediatamente. La ilusión se ve en los ojos, en la forma de hablar, en la forma de gesticular. Podría decirse que la ilusión se verbaliza con mayor facilidad que el amor. Por eso es tan importante separar estos dos sentimientos y a su vez por eso es que es tan complicado diferenciarlos. De allí la frase: “Creo que estoy enamorada…no lo sé, creo…”.

Es complicado diferenciar estos sentimientos porque el primero, la ilusión, es mucho más frecuente experimentarla y de hecho llega a darse con muchas personas. Sin embargo, el sentimiento del amor (que es mucho más “sentimiento” que “sensación”, al contrario que la ilusión) se da muy pocas veces por eso es tan complicado decir o más bien afirmar que se está enamorado de alguien. Claro, entonces podría preguntarse eso de: ¿entonces cómo sabemos que estamos enamorados y no sólo ilusionados?

Desde mi perspectiva, la respuesta a esto es siempre individual porque la forma que tenemos las personas de amar es diferente al resto. Cada uno ama a su manera, a su modo, con su determinada intensidad. Por eso no existen unos criterios que aparezca tecleando en Internet: Saber que estás enamorado. Es algo que se siente y que cuando es amor de verdad, el propio cuerpo, pero con mucha más fuerza el alma, nos lo hace saber. Es por eso que es de sobra conocido que es mucho más fácil decir “no estoy enamorado”, porque no se sienten una serie de emociones, a decir “estoy enamorado”, porque el cúmulo de sensaciones y emociones que se experimentan son tantas y todas a la vez, que tanta “información” es muy complicado que sea asimilada y otorgada una respuesta de golpe.

Al igual que hay que diferenciar ilusión de amor, hay que diferenciar amor de obsesión. El amor no puede ser el efecto del abuso de la necesidad sobre otra persona. Amar significa respetar. Amar es saber renunciar a tiempo. Quizás la explicación que más pueda acercarse a cómo entender este sentimiento (que realmente no es nada más que una mera conjetura) es que el Amor, con mayúsculas, es tener el valor (y mucho) para renunciar en pos de la felicidad de la otra persona. Por eso es que la obsesión no es amor. Ni siquiera un amor enfermizo como ahora quieren llamarlo. Amar es también tener límites, porque renunciar a la persona que quieres no es nada más que poner un límite a lo que uno siente con tal de “abrir” las puertas a los límites de la persona que está “atada” a nosotros.

Probablemente estos dos sentimientos-sensaciones del amor y la ilusión son muchas veces lo más complicados de diferenciar. Porque a las personas no nos cuesta entender la diferencia que existe entre la atracción y la ilusión y mucho menos con el amor. La atracción no es un sentimiento, por lo tanto es (por así decirlo) algo mucho más animal, mucho más racional. Algo que sí puede controlares pues las personas podemos controlar nuestro cuerpo. Podemos separarnos antes de dar un beso (esto no quiere decir que no cueste, pero es cierto). Sin embargo, no podemos evitar ilusionarnos de alguien.

Por eso las personas saben cuando quieren (están ilusionadas, sienten, se emocionan, sueña con el amor) y cuando simplemente se trata de atracción. La atracción es algo químico y también algo más misterioso a lo que la ciencia no puede dar respuesta, pero es a fin de cuentas una sensación que se reconoce al minuto cero. La atracción física entre dos personas se ve. La atracción física es la necesidad de tener a esa persona cerca sin sentir nada que vaya más allá de lo puramente sexual. Y decir sexual no quiere decir que la atracción sea simplemente la búsqueda de sexo. La atracción, como todo, va creciendo. Nace desde unas ganas incontrolables de querer besar a una persona hasta el deseo de estar con ella. De esta manera es que es tan fácil diferenciar atracción de ilusión y de amor. Porque si la ilusión la experimentamos con más cotidianidad que el amor, la atracción es más frecuente a la ilusión también.

Así que, en definitiva, no hay que buscar respuestas o explicaciones a los sentimientos. Son algo que están allí y que nosotros mismos iremos descubriendo y entendiendo poco a poco. No hay que buscar la respuesta inmediata porque por más que la busquemos, se tomará su tiempo en aparecer. Y quizás lo más importante, es que no hay que buscar el amor. Éste simplemente llega y corre entonces, y sólo entonces, de nuestra cuenta de que vaya creciendo y viva. Porque si el amor es tan difícil de encontrarse, no hay mayor necedad del hombre que dejarlo pasar de lado…

Mis sueños y mi forma de entender la vida

Si alguien me preguntase cuáles son mis sueños y tuviese que ser completamente sincera, esta respuesta es la que más se acercaría a la realidad.

Yo siempre he sido una niña muy soñadora…y lo sigo siendo con 20 años. Y sueño con todo tipo de cosas, como todo el mundo. Pero quizás cuando me pongo a soñar en serio, por así decirlo con “fuerza”, intento imaginarme cómo será mi vida. O cómo me gustaría que fuese.

Me imagino casándome pero es que también me imagino cómo será el día cuando me pidan matrimonio. Y me imagino lo nerviosa que estaré y que me temblará la mano cuando vea el anillo… Tampoco me lo imagino como la pedida de mano más original y maravillosamente ensayada. No, para nada. Al contrario… Me gustaría que fuese una sorpresa. Desde que me lo pidiesen en un viaje, sentados en un parque o en el retiro haciendo un picnic o tumbados viendo la tele en casa… Claro que también me imagino algo bonito como que me lo pidiesen en un restaurante y que todo fuese así como que perfecto.

Después me imagino mi boda… vestida de blanco, con un vestido precioso… E ir caminado a paso lento pero decidido hasta el altar… Me imagino cortando la tarta de la boda, bailando mi primer baile de casada… Lo que todas las chicas soñamos a veces.

¡Luego me imagino con muchísimos hijos! Sí, es que yo soy muy madraza, jeje, y me gustaría tener al menos 2 y preferiblemente 3. Niños y niñas. Biológicos y adoptados. Para mi los niños son lo más bonito en el mundo. Me encanta verles, jugar con ellos, hacerles reír… Hace unos días, cuando visité por la noche Valle de la Fuenfría para dejarle un sacacorchos a un vecino, me encontré con unos niños pequeños a los que había cuidado desde muy chiquitines. Y la verdad es que me hizo mucha alegría ver lo mucho que habían crecido… Pensar que en cierta manera eres parte de lo que ahora son, ¿no? Y la ilusión fue mucho más grande cuando vinieron corriendo a darme besos, decirme lo guapa que estaba… Lo genial de los niños es que no mienten. No me refiero a que yo sea una chica guapa, jejeje, pero guapa no soy, pero yo lo reconozco. No me considero una chica guapa. Me considero una chica…con ángel, con encanto…que se saca partido, pero en ningún caso una chica guapa. Fea tampoco…normal, sencilla (bueno, muy sencilla no es que sea yo precisamente, pero bueno…:P). La cuestión es que me encantó que el recuerdo que tenían de mi siguiese vivo. Y fue seguramente una de las noches más bonitas de este mes porque recuerdo que uno de ellos, el más pequeño (Nachito, el hermano de Paula, Tomy y Celia), se me quedó dormido en los brazos mientras su hermana y Triana me cantaban canciones que se habían aprendido. Y es curioso, por que de repente, cuando ya te vas a despedir porque te vas a casa y ya has hecho lo que tenías que hacer, te paran esos niños y te piden que les acompañes a casa, que les metas en la cama y que te quedes con ellos… Bueno, al final y como siempre, cedí. Terminé acompañado a Celia y a Nachito a casa, les puse los pijamas y me tocó cantarles una nana para que se quedasen dormidos, jejeje. Y la realidad es que se durmieron en 5 minutos, jajaja. Pero lo bonito no es eso. Lo bonito es ver a esas personitas chiquititas que confían en ti, que te piden que no les dejes solos porque les da miedo la luz… Y si ya es bonito cuando no son “nada tuyo”, cómo debe ser cuando son tus hijos…

Para mi lo más grande que me podría pasar sería, sin lugar a dudas, tener hijos. Y da igual que sean biológicos o adoptados. Un hijo es tu otra mitad. Es tu razón de ser y por supuesto tu razón de vivir. Y no se es más madre por traer al mundo a un bebé. Desde mi punto de vista, mamá es aquella que te acuna, que te baña, que te da el biberón, que te mece en sus brazos. Mamá es la que te lleva a la guardería y espía cinco veces antes de irse para asegurarse que estás bien. Mamá es la que te ayuda a levantarte cuando te caes. Es la que vela tus sueños y cuida cuando estás malito… Por eso es un error pensar que se es más madre por traer a un hijo al mundo. Un hijo es mucho más que el significado biológico que le una a su madre. No quieres el ADN de tu hijo, quieres a tu hijo.

Muchas veces me pasa que sueño (despierta) cómo me gustaría que fuese un día normal en mi vida “adulta”. Ya casada y con hijos. Me imagino llegando a casa, después de haber revisado todas las noticias, artículos y fotografías que saldrán en el próximo número de Vogue (es que quiero ser periodista de moda, jejeje), enfundada en una camisa de corte masculino blanca y cuello de cisne y una falda de tubo gris perla, con unos taconazos de vértigo de la última temporada de Christian Louboutin. Llegar a casa, abrir la puerta, tirar el bolso de Prada que compré después del último desfile de la firma en Milán, y nada más entrar, dejar de lado esa mujer “de empresa”, vestida de punta en blanco, mirada firme y penetrante, para pasar a ser la mamá más divertida del mundo.

Me imagino cerrar la puerta y dejar fuera a la Amaya seria, formal, exigente en el trabajo. Y correr a quitarme los tacones, darle un beso a mi marido y ponerme un pijama cómodo, unas pantuflas de corazones y ponerme a hacer la cena, jugar con los niños, leerles cuentos… Me imagino llegar por la tarde, cuando ya estén en casa y sacar todas las cosas que se necesitan para hacer un bizcocho y ponerme a hacerlo con ellos. Vestirles con delantales con sus nombres, unos sombreritos de chef y cada uno darle lo que hacer. Es algo así como película americana, ¿no? Pero es algo que me encantaría…

Igual que sueño mucho este tipo de cosas, sueño mucho con el amor… Me da miedo quedarme sola. Me da miedo que no haya quien se enamore de mi, que no haya quien me tenga la paciencia suficiente, jejeje, o quien no quiere pasar su vida conmigo… Y me da por pensar a veces, o soñar, que sería precioso encontrarte con esa persona que necesitase de ti (sin depender de ti, porque no es lo mismo) y que te diese momentos increíbles.

Soy una persona que creo que cuando se quiere, en el aspecto de estar enamorada, sólo se quiere a una persona. Y el resto, da igual. No pones tus ojos en otros. No olvidas por un momento a la persona con la que estás… Quizás por eso no entiendo la infidelidad. No es que me parezca mal es que me parece una incoherencia. Y me parece mal desde la parte de quien “pone los cuernos” hasta la parte de quien los consiente. Y todos hemos metido la pata en eso; yo misma lo he hecho (pero de todo se aprende y esto, como todo, no es una expceción).

Lo que también sé es que yo nunca voy a aceptar ser el segundo plato de nadie. Valgo mucho más como para ser las sobras… Y sí es verdad que alguna vez me he equivocado y quizás dejado llevar por las circunstancias y nada lo justifica… Pero la realidad es que eso de que “en el amor y en la guerra todo vale”, es mentira.

Ni en el amor ni en la guerra todo vale.

Alguna vez he pensado eso de: “¿a mi qué más me da el resto? Tengo que preocuparme por lo mío, por mi, no por los demás”. Bueno, pues las cosas no funcionan así. En el amor no vale todo. No vale meterse con alguien que ya tiene a otra persona. No vale como ética y menos como respeto. Lo que es de una/uno no es otro. Igual que en la guerra tampoco vale todo. No vale matar a niños, no vale matar a gente inocente. No vale poner bombas en colegios ni obligar a gente a seguir una doctrina. No, por supuesto que no es verdad es de que “en la guerra y en el amor todo vale”.

Hace unos días y haciendo alusión a este último punto, alguien me preguntaba qué era lo que jamás perdonaría. Bueno, decir jamás ya de por si es una barbaridad. Quién te dice que por amor no perdonas todo. Pero si tuviese que decir algo, lo que no perdonaría es una mentira. Y una mentira es el compendio de muchas cosas. Un engaño es una mentira, unos cuernos son una mentira… No es que sea de las personas que piensen eso de “quien te quiera no te hará llorar”. Eso es una estupidez. Las personas lloramos queriendo y no queriendo. Es inevitable que la persona que te quiera te haga llorar. El llanto es algo implícito en el carácter de las personas. A mi alguien puede quererme con locura pero no podrá impedir a toda costa herirme.

Sí soy, sin embargo, de las personas que creen que los sueños están para hacerse realidad, no para guardarlos en un rincón del cerebro. Yo tengo sueños, sueños que quiero cumplir y por los que voy a hacer todo lo posible porque ocurran. Sueño con enamorar a alguien y enamorarme yo igual de él. Sueño con tener muchos hijos. Sueño con una casita con perros. Sueños con hacer un viaje de novios a Isla Mauricio. ¡Sueño con acabar ya mi carrera! Todo tipo de sueños.

Los sueños a fin de cuentas nos mantienen vivos. Soñamos con repetir un beso, soñamos con borrar un beso… Soñamos con alguien con quien no deberíamos soñar. Soñamos con ser los más importantes y tenerlo todo. Soñamos con todo tipo de cosas. Soñar quiere decir que se está vivo, que aún hay cosas por las que vivir.

Si no soñásemos entonces estaríamos muertos. Lo tendríamos todo y lo maravillosa de la vida es que siempre podamos soñar con un poquito más. No se trata de avaricia ni quererlo todo, se trata de tener algo por lo que mantenerse ilusionado. Y yo soy una persona que sueña mucho.

Me ha ocurrido que he soñado egoístamente… He soñado que alguien se atrevía a dejar todo por mí, pero es que todas y todos hemos soñado con eso alguna vez. Y luego cuando pasan los días te das cuenta de que no tienes que soñar que otra persona lo deje todo por ti. La persona que quiera conocerte y tenga el valor, será la persona que lo haga. No se trata de soñarlo. He comprendido que los sueños son la delgada línea que separan la realidad de la ficción, pero que la realidad es la que permite que los sueños se realicen.

He llegado, por así decirlo, a la idea de que la persona que me quiera o se atreve a quererme, no es la persona con la que necesito soñar que lo deje todo por mí. Los sueños son algo individual. Aunque soñemos todos cosas parecidas, mi sueño es mío y tu sueño es tuyo.

Y así es un poco como los sueños influyen en mi vida. Desde cómo quiero ser a las cosas que quiero que me pasen.

Ya he dicho que para mi el amor es algo muy bonito y que tiene su significado. Para mi el amor son muchas cosas y se demuestran en diferentes aspectos.

Para mi estar enamorada es no tener ojos para otra persona. Estar enamorada es conformarte con un helado en un banco de la Plaza de Oriente. Estar enamorado es saber apartarte a tiempo de la persona que no está contigo. Estar enamorado es renunciar por un lado y por el otro. El amor es un tira y afloja. Y el amor no es perfecto.

A veces pienso: ¿la persona que pone los cuernos quiere decir que no está enamorada? Si lo aplico a cómo entiendo yo el amor, es decir, el estar ENAMORADA, no, no está enamorado. Ahora si lo aplico al querer, a la atracción, al sentimiento…por supuesto. De los errores aprendemos. Hay veces que cayéndote y dándote de bruces te das cuenta de lo que realmente quieres. A muchas personas les pasa que ponen los cuernos y es entonces cuando descubren que de verdad quieren a su pareja. Lo que pasa es que también ocurre que quien pone los cuernos descubre que querer no es amar.

En mi caso nunca he puesto los cuernos a la persona con la que estaba, pero también es verdad que nunca me he enamorado… No porque sea difícil de enamorar, que lo soy, sino simplemente porque no ha surgido… Eso no quiere decir que no me ilusiones, que no tenga expectativas, que no tengas maripositas revoloteando todo el tiempo en la tripita. Lo que pasa es que el amor aparece, no se puede buscar. Porque aunque se busque, no va a aparecer por ciencia infusa.

También puede pasar a veces que la comodidad de lo conocido es mejor que el misterio de lo desconocido. Hace unos meses, una de mis mejores amigas, se enamoró de un chico con novia (sí, si hay curiosos, yo también me he fijado en un chico con novia, pero no me he enamorado, lo que no quita que como todas me haya ilusionado alguna vez). Al principio todas decían que aprovechase, que si él estaba dispuesto, que la que no tenía “problemas” era ella. Y sí, visto desde ese punto de vista puede que sea verdad, pero en el fondo es una mentira enmascarada Sí tienes un problema cuando te fijas en alguien “ocupado”. ¿Por qué? Porque corres el riesgo de enamorarte y pasarlo mal, que es lo que le pasó a ella. Para él la situación era comodísima: hoy con mi novia, mañana con mi amante. Y si encima no se conocen, ¡mejor! Bueno, pues no. Una mujer tiene que hacerse valer.

Soy de las personas que piensan que no puede ser el peluche de estantería de ningún chico. El que me quiera a mí, que me quiere sólo a mi, porque yo le querré sólo a él y no a 20 más. El amor es renunciar al resto. El amor es tener besos y caricias sólo para una persona, no para 500. Y allí se incluye el dejar en paz a los que ya tiene novio o novia. Esa persona no te “pertenece”. Esos besos no son tuyos, no son para ti. Y al final tienes que entender que es mejor una derrota a tiempo que una victoria a destiempo y agria.

Lo digo siempre: yo valgo por mis actos y por lo que soy. El que me quiere, que se arriesgue. Que ya me arriesgaré yo como la que más, pero que jamás me traten como el segundo plato, porque nunca me dejaré tratar yo de esa manera.

No soy ni la chica más guapa, ni las más inteligente, ni la más alta, ni la más divertida. Pero soy una persona y soy además una persona con carácter y bajo ningún concepto estaré a la lista de la cola de un chico.

Soy lo que se ve de mi y si alguien de verdad siente por mi, que se atreva, pero si no siente, que se deje de juegos ridículos. Mi frase es “que lo cobardía no sea nunca tu aliada; en todo caso excusa de otros”.

En esta vida hay que ser valiente. Y la valentía cuesta. Y no estoy hablando de ser valiente en el amor. Del amor ya he hablado y tampoco hay mucho más que decir.

La valentía es algo a lo que tenemos miedo, lo cual no deja de ser paradójico. Tenemos miedo desde a tirarnos en paracaídas hasta, por supuesto, dejarnos llevar por los impulsos. Y es que los impulsos son difíciles de controlar… Pero bueno, la valentía es atreverse. Es coger al toro por los cuernos. Es agachar la cabeza cuando llega el momento. Yo soy muy cobarde para muchas cosas, pero no soy cobarde para pedir perdón. No soy cobarde para reconocer que alguien me gusta. Sin embargo, soy cobarde para arriesgarme en el amor. Pero es que me pasa como a mucha gente: queremos que nos lo den todo servido en bandeja y la realidad es que la vida no es eso.

“El que no arriesga, no gana”. Es verdad. Pero también es verdad que sin arriesgar se puede ganar también. Hay cosas que la vida te las da sin más, no tienes que luchar por ellas. La vida te las sirve. Lo malo, es que suele pasar que la vida nos esconde lo que más queremos y si no sabemos ser valientes, quizás nos estemos perdiendo de algo que podría haber sido para nosotros.

De cualquiera manera, la vida es corta y no es una forma de hablar. La vida es corta de verdad. 80 años se pasan volando. Y hoy estás bien pero mañana puedes estar enfermo. Por eso la vida hay que vivirla como si fuese con el último suspiro. Desgraciadamente, y esto nos pasa a todos (me incluyo), hasta que no te das cuenta de eso, vives la vida con clama…

¡En la vida hay muchísimas cosas que hacer! En la vida hay que equivocarse, meter la pata, llorar, pasarlo mal; sufrir. Eso de que la vida hay que vivirla y ser feliz no lo comparto. Es verdad que hay que intentar estar contento, luchar por la felicidad. Hacer de cada momento un momento bonito para recordar (algo que puedas apuntar en tu diario y leer en 20 años y recordar con una sonrisa). Pero la vida también es sufrimiento. Lo que pasa es que tenemos miedo a sufrir. Y es normal; lo cómodo es lo contrario, jejeje. Pero del sufrimiento se aprende, del sufrimiento se sacan muchas cosas positivas. No se trata de ser masoquistas, sino ser realistas. Yo sé que lo voy a pasar mal pero también sé que lo voy a pasar increíblemente bien. Por eso la vida hay que pintarla con matices. No en blanco o negro. La vida tiene grises, rosas, azules…es, metafóricamente, un arco iris.

No tengo un concepto peculiar de la vida. No la entiendo de forma diferente al resto. La vida simplemente la comprendo como la veo… Mi vida es genial. No es perfecta, no tengo todo lo que quiero, pero con todo, mi vida es genial. He conseguido muchísimas cosas.

He viajado, he conocido diferentes culturas. He estudiado y sigo estudiando. He quiero y me han querido. He besado a mi amor platónico, jaja (no todas han podido, jajaja), he nadado con tiburones (vale…eran pequeños, pero eran tiburones, jajaja). He aprendido que las personas no son razas. La persona es eso, una persona. El envoltorio o el color es lo único que quizás pueda “diferenciarnos”. He hecho obras de teatro en hospitales. He conseguido que una madre me confíe a sus hijos. He aprendido que la vida es lo más bonito que tenemos. ¡He conseguido hacer que un niño con cáncer se olvide que está enfermo. ¡Eso es algo increíble! Conseguir que una persona se olvide por un momento de su mundo y que “cree” otro aparte y que tú formes parte de él…es increíble, de verdad.

Así que por supuesto que mi vida es genial. Claro que me han pasado mil cosas por las que lo he pasado mal, pero merece la pena todo cuando consigues tener recuerdos positivos.

Si ya he dicho que mi forma de entender la vida no es que sea diferente a la del resto de la gente, sino que es simplemente cómo la veo por cómo la vivo, también puedo decir que con todo lo mal que lo he podido pasar y con todo lo mal que lo pasaré en el futuro, mi vida es mía y por nada del mundo se la cambiaría a nadie… Y quien quiera disfrutarla conmigo, que lo haga. La vida, nuestra vida, hay que compartirla. Desde con las amigos, hasta con tu novio, marido, familia o incluso tu perro, jejeje.

Si tengo algo claro es que lo más bonito de la vida es poder vivirla en compañía. Quizás no puedo ofrecer a la gente lo más increíble de este mundo, pero sin duda ofreceré lo mejor que tengo de mi y quien quiera hacer este “paseo” de vivir la vida conmigo, que lo haga, que yo estaré encantada de “pasear” con ella y crear juntos un bonito recuerdo de este paso por un mundo que es mejor, sólo porque existimos, gracias a Dios, muchas más personas buenas, que malas. ;)

Los amores platónicos

¿Qué son los “amores platónico”?

Todas hemos tenido un amor platónico. Yo, de hecho, he tenido más de uno xD. Y da igual que tengas 10 años o que tengas 20. Yo con 10 tenía uno y con 14 otro y con 20 otro también. Claro que, en mi caso, mi amor platónico actual no es desconocido para nadie. Es decir, que todos saben que no me gusta para nada Valentino Rossi, que nunca he soñado con él ni nada parecido…:P De cualquier manera, la pregunta o mejor dicho las preguntas, son muchas: ¿Qué es un amor platónico? ¿Cuánto dura? ¿Si es un amor platónico eso quiere decir que nunca será nada más? ¿Por qué tenemos amores platónicos?

Bueno, esto es un dilema para todas las mujeres. Mientras que los hombres sólo tienen amores platónicos con 10 años, hay mujeres que los seguimos teniendo con 20, jajaja. Pero sabemos diferenciar entre el amor y el amor platónico, lo que no quiere decir que por soñar no quede…Que lo mismo tu amor platónico acaba pidiéndote matrimonio o besándote. El problema llega cuando tu amor platónico se convierte en rana. Es decir, en vez de ser: rana, después príncipe, pasa a ser: príncipe y después rana. ¡No es que a mi me haya pasado! Pero pasa…muy a menudo.

Ahora, la pregunta “¿por qué tenemos amores platónicos y qué es un amor platónico? La respuesta es sencilla: Idealizamos a la gente y soñamos que aquel príncipe azul algún día vendrá a darnos un beso. Yo me voy a servir de mi ejemplo para explicarlo.

Cuando tenía 10 u 11 años, más o menos, tenía un amor platónico, es decir, un chico que me parecía lo máximo, el más guapo, el más listo, el más interesante… Suele ocurrir que tu amor platónico es siempre mayor que tú (lo raro es que sea de tu misma edad). En mi caso, mi amor platónico no era ningún secreto de Estado. Es más, todo el mundo sabía quién era y él mismo lo sabe hoy en día.

¿Por qué era mi amor platónico? Por todo lo que he dicho antes: que si era el mejor, que si era el más guapo, que si el más divertido del grupo… Lo nos ocurre es que tendemos a idealizar a esa persona. Lo que hacemos es convertirla en la persona perfecta, en este caso, el chico perfecto. Donde los demás ven defectos, tú ves virtudes. Donde los demás ven estupidez, tú ves personalidad. Donde los demás ven a un chico normal, tú ves “AL CHICO”.

Luego pasa el tiempo y tu amor platónico crece, creces tú, y las cosas cambian. Ya no es un amor platónico. Es…un recuerdo. Siempre será tu amor platónico pero ya no es algo perfecto. Es como si los años nos diesen mejor criterio. No es que se te venga un mito abajo, es que simplemente la concepción de las cosas es diferente.

Con mis 20 años todos el mundo sabe que mi amor platónico, el que ocupa el puesto número uno y que es inamovible, es Valentino Rossi. Y si, por supuesto que sueño cosas como que nos casaremos, seremos felices y comeremos perdices. Lo que pasa es que empiezas a “creer” en eso como algo gracioso. El amor platónico con 20 años sí es de verdad un amor platónico; no tienes la necesidad real de que sea más que eso. Con 10 y 11 años sí. Harías lo que fuese porque ese amor platónico se fijase en ti.

Ahora, ¿cuánto dura un amor platónico? Bueno, en mi caso, un amor platónico es para toda la vida. Aunque ya no sea un “amor platónico” de: ¡No puedo dejar de pensar en él! ¡Es tan perfecto! La realidad es que ese recuerdo estará presente a lo largo de mi vida. Es algo que forma parte de tu infancia y por lo tanto de tus recuerdos.

¿Si es un amor platónico eso quiere decir que nunca será nada más? ¡No! Eso es una estupidez que alguien se ha inventado. Que una persona sea tu amor platónico no quiere decir que sólo sea eso y no haya nada más. Conozco personas que han acabado saliendo con sus amores platónicos y están contentísimas. Lo que pasa es que sí es verdad que cuando “consigues” tu amor platónico y reconoces la realidad y no vives de la ficción de tus sueños, quizás la idea que tenías de esa persona cambie.

¿Por qué? Bueno, te puede parecer la persona más maravillosa del mundo, pero quizás conociéndola a fondo te das cuenta que hay muchísimas cosas de él que no te gustan para nada. O te das cuenta de que no era para tanto –que es lo más frecuente que ocurra-. Pero eso no quiere decir que ocurra siempre.

El gran problema es cuando te ENAMORAS de tu amor platónico. Un amor platónico no es un chico al que quieres sino el chico al que idealizas. En mi caso, no me he enamorado nunca, pero ni de mis novios ni mucho menos de mis amores platónicos. Y no es que haya descubierto una rana en lugar de un príncipe, es que simplemente hay cosas que nunca nacen… Pero por supuesto que un amor platónico puede convertirse en algo real, no sólo en su sueño. Lo que pasa es que no es muy frecuente. A mi no me ha ocurrido nunca y tampoco tengo la necesidad de que me ocurra.

Los amores platónicos son algo súper normal en las chicas y yo, que soy súper enamoradiza, siempre he tenido a mi amor platónico.

¿Qué es lo positivo que puede sacarse de los amores platónicos? En mi caso, lo positivo es que con el paso de los años sonríes a ese “amor”, pero ya no como tu “amor platónico”, sino como un chico normal. Te hacen gracia los recuerdos y buscas lo que te llevó a ver a alguien perfecto. Lo más bonito es cuando te das cuenta de que, aunque ya no es el amor platónico de tu infancia, sigue teniendo ese no sé qué que te llamó la atención. La diferencia de un amor platónico a un chico que te gusta es que tu amor platónico siempre será alguien que se coló en tus sueños por las noches y que veías diferente al resto. Eso es lo que diferencia a un amor platónico a lo que no es nada ;)

¡528 reproducciones! (Y no son mías, jejeje)

En mi último año curso en Sta. Joaquina de Vedruna me propusieron "crear" un video para el festival que Manos Unidas da todos los años en el colegio. Y la verdad es que estaba encantada de hacerlo pero tardé bastante tiempo en encontrar sobre qué tema hablar. Y como era el año de la madre y el hijo, decidí hacer un pequeño compendio de las dos y me salió un video realmente bonito que había que ir viendo mientras una compañera, Laura Grande, leía lo que había escrito.

No soy una persona que escriba increíblemente bien pero es verdad que me desenvuelo mejor escribiendo que hablando de viva voz. Así que aprovechando los años que había estado viviendo fuera y todo lo que me ha pasado y he podido conocer, me surgieron una serie de cosas para el video.

Gracias a Dios quedó muy bonito (que alivio...xD) y el final fue maravilloso porque conseguí que dos niñas pequeñas de primaria acabasen diciendo: "Ayudadnos a cambiar el mundo porque solas no podemos". Y todo el mundo aplaudiendo y bla, bla, bla.

La cuestión es que Carmina (la profesora de Lengua) me preguntó hace unos días si aún tenía lo que había escrito y una copia de ll video-montaje de imágenes, así que me metí en youtube.com para ver si encontraba algo porque había perdido el archivo y hoy me entero que lo han visitado 528 personas. ¡528! Sí, quizás sean una birria, pero me hace ilusión. Así que como seguramente Eme acabará por este blog, o bien leyendo o bien escribiendo, aquí lo dejo antes de que se me cuele ;)



Yo nací en Europa. En un hospital. Mi madre recibió todos los cuidados necesarios durante su embarazo. Tuve suerte, no os creáis. Otros no la tiene tanto. No elegí nacer donde nací. La suerte, el destino, ¿quién sabe? Yo fui una de esos muchos niños que nacen cada año y me tocó nacer aquí.

Sin embargo, hay gente que no corre la misma suerte. Hay gente que nace en África, Asia, Latinoamérica…y no nacen con la misma suerte que yo. Muchos nacen en casa, con ayuda de un familiar que asiste a su madre durante el parto. Algunas, desgraciadamente, mueren durante el alumbramiento de su hijo. Huérfano de nacimiento, le toca enfrentarse a la vida con una media 4 ó 5 hermanos que, con esfuerzo y sacrificando su infancia, sacan adelante a una familia. Yo llamo a esos niños, a todos los que nacen en países de África, Asía, Latinoamérica e incluso en algunos países de Europa, les llamo supervivientes. Porque los niños allí no viven, sino que sobreviven.

Con un poco de suerte podrán servirse de unos pocos ahorros de la familia y los hermanos mayores mandarán a los más pequeños al colegio. Si no, no les quedará más remedio que enfrentarse a la vida adulta cuando aún no les ha dado tiempo a conocer lo maravilloso que es, y debe ser, la vida de un niño.

Otros, siempre inocentes y tristemente víctimas de las cosas más horribles que puede hacer el hombre, tendrán que separarse inevitablemente de su familia e ir a luchar al frente. En vez de coger una muñeca o jugar con un cochecito de juegos, comenzarán a empuñar armas y amenazar con ellas la vida de otras personas. Estarán en el frente de la batalla. Esos pobres niños soldado sufren una realidad que les aparte de todos sus derechos como niños. La guerra les arrebata a sus familias, sus sueños, su alegría y deje en ellos una huella imborrable. La huella del desastre, del sufrimiento…de la soledad más profunda.

Otros, lucharán desde muy, muy pequeños para sobrevivir en un planeta cada vez más dividido. Lucharán contra enfermedades como el SIDA, la malaria, enfermedad del sueño… Les tocará armarse de valor y ganas de vivir, que nunca les falta, para salir adelante.

Mientras, yo estaré jugando en mi habitación con un juguete nuevo, a la vez que un niño esté pelándose por un trozo de pan o, como ocurre muchas veces, sacrificando el suyo propio por alimentar a su hermano más pequeño.

Y lo más curioso y sorprendente de todo, es que estos niños te regalan una sonrisa en su peor momento. Te tienden su mano desde la distancia y te gritan con la esperanza de que el mundo puede ser mejor. Sus ojos, empapados de lágrimas que muchas veces nacen del hambre y mueren de pena, pueden llegar a borrarse y, como ocurren cuando el sol y la lluvia se encuentran, convertirse en una sonrisa que ilumine sus caras y nos haga ver que detrás de las tonterías del día a día, lo maravilloso de esta vida es poder vivirla.

La sonrisa de un niño no tiene precio. La sonrisa de un niño es mucho más que todo el oro del mundo. Y lo más especial de cuando un niño sonreí, es que su sonrisa es pura, no tiene doblez ni doble intencionalidad.

Todos los niños tienen los mismos derechos porque éstos no se rigen por el dinero de una familia ni el poder de un país. Los niños son el futuro de este mundo pero para formar parte de él tienen que pasar por la mejor experiencia, una experiencia que no se puede negar a nadie, y que es la de una infancia feliz.

Quizás no podemos cambiar el mundo nosotros solos pero juntos y poco a poco podemos conseguir muchas cosas. Una de las más importantes es que esa sonrisa propia de la alegría de un niño pequeño, no se borre nunca y que los derechos, iguales para todos, se cumplan.

Y no sueño con esto porque sea un adulto, sino porque fui una vez una niña pequeña que vivió y disfrutó y ahora me toca luchar para que los más pequeños también puedan disfrutar.

Merci, Sarif...

(Ya hace tiempo de esta carta...en concreto, fue escrita el 4 de agosto de 2007. Y es verdad que ha pasado mucho tiempo y, sin embargo, sería lo mismo que escribiría hoy... Lo positivo que sacas de que "el tiempo lo cura todo" es que, aunque s verdad que le hecho muchísimo de menos, para mi tengo un ángel en el cielo...)

-04.08.2007-

I will always care about you…and I’ll always be there to hold your hand. I will always think about you and you’ll be impossible to forget… And no matter how far you are right now cause someday will get along again and we’ll laugh of all the things we made. Just for now and ever…don’t forget I love you and I’ll always care…. Sarif, you were my best friend…

I will always care about you…and I’ll always be there to hold your hand. I will always think about you and you’ll be impossible to forget… And no matter how far you are right now cause someday will get along again and we’ll laugh of all the things we made. Just for now and ever…don’t forget I love you and I’ll always care…. Sarif, you were my best friend…

Hoy me han dado la que, sin lugar a dudas, ha sido, de momento, la peor noticia que he podido recibir en todo el año…y aún ahora, me cuesta creerlo.

Sarif, mi nana, el hombre que me vio nacer, el que me salvó la vida de morir ahogada cuando tenía sólo dos añitos. El que me montaba a su espalda y me llevaba de un lado a otro de la casa… El que me decía que si terminaba la primera en comer era: The number one, Amaya! Él, que me crió como si fuese su hija, que estuvo conmigo desde que nací hasta hace unos pocos años… Él, que era uno más de mi familia… Una persona que, creedme, si le hubieses conocido, sabrías lo maravilloso que era. Era leal, era sincero, era protector… Era Sarif. Y hoy, un horrible y espantoso día de agosto, después de muchísimas risas en el trabajo, me entero de que se ha ido…y que ya nunca más va a volver.

No me puedo explicarlo. Ni después de todo lo que he escrito en la historia, todas las palabras que he podido poner…nada me ayuda a explicar lo que siento.

Sarif era para mí mi segundo padre. Era mi nana, mi cocinero, el chico que cuidaba la casa… El que me llevaba con mis hermanos a comer al McDonalds cuando vivía en Panamá. El que me llamaba todos los años desde que se volvió a su país, el maravilloso país de Burkina Faso, para felicitarme por mi cumpleaños… Y ahora, no me llamará más…

Y aquí le tengo, mientras escribo esta carta para desahogarme, le veo en una foto y está sonriendo…y me mira; vestido de blanco, como iba siempre, y con los pies descalzos…¡como buen africano que era!

Pero es que Sarif era mucho más que todo lo que he dicho. Era la mejor persona, la más buena, que me haya y me podré encontrar nunca. Cuidó de mí, de mis hermanos y de mi familia como si de su propia familia se tratase… Porque, a fin de cuentas, nosotros éramos su familia…

Sarif era un negrazo enorme, grande, muy corpulento. Era guapísimo y tenía un corazón que no le cabía en el pecho. Era la envidia de la casa. Todos los que venían a visitarnos o a una cena en nuestras casas, ya fuesen de Sudáfrica o Panamá, decían que era lo mejor de la casa. Y es que no mentían, Sarif fue, es y será un hombre irrepetible. Y yo puedo decir una cosa, más suerte de la que yo he tenido en conocerle y que fuese mi nana, no la tendrá nadie…

Porque aquí la persona que te cuida cambia cada año, no hay una fija… No. En África no es así. El que te ve nacer está contigo para siempre y así ha sido Sarif. Aún cuando se fue para volver a Burkina, siempre llamaba y siempre preguntaba por toda la familia, y cada vez que yo me iba a la cama pedía a Dios por él, por volver a verle…pero no; hay veces que tus sueños no se cumplen.
Enterarme de su muerte ha sido uno de los golpes más duros de toda mi vida. Tanto como cuando me enteré que murió mi abuela, porque Sarif ha formado parte de mi vida de una forma muy especial. Le debo la vida a él. Él me salvó y yo no podré cumplir los años suficientes para agradecerle todo lo que hizo por mí.

Estés donde estés, seguramente mirándome y diciendo: Amaya, don’t cry! I’m OK! And I love you Amaya and I’ll always take care of you and your brothers… Please don`t cry. You’re the number one!

Sí, seguramente me está diciendo eso y está sonriendo porque sabe que le queríamos todos.

¿Sabéis lo que me hace más feliz? Que todo, TODO, el mundo al que les hemos contado la horrible noticia han dicho: Lo sentimos muchísimo porque ese negro era uno de los mejores hombres y más fieles que hayamos podido conocer. Y es verdad. Sarif era sencillamente maravilloso. Siempre sonriendo, siempre descalzo y siempre, siempre, vestido de un blanco impoluto. Con el pelo negro, corto, como todo africano y con una sonrisa blanca…

No se cómo decirle que le quiero mucho y que le echo muchísimo de menos, pero sólo espero, más que nunca, que sea verdad que el Cielo existe porque él se lo ha ganado. Trabajó durísimo para sacar delante su familia y a nosotros, los Ortiz Castillo, nos quiso y cuidó durante los mejores 11 años de mi vida. Y mi madre me dice que Sarif fue todo para ella. Cuando mis padres no estaban en casa, él cuidaba de nosotros. Es gracioso, porque nunca dejaba que nadie, aunque fuesen las chicas de la casa, nos cuidase si no era él. De hecho, se vino de Abidjan a Sudáfrica y de Sudáfrica a Panamá y de Panamá a España…

Sólo espero, que estés donde estés Sarif, sepas que te quería y te quiero mucho y que jamás en la vida me olvidaré de ti. Que te debo estar aquí, llorando como una boba, jeje –porque siempre me decía: Don’t cry, Amaya! -…Triste, porque te has ido. Y para mi, Sarif, you will always be the NUMBER ONE!

Thank Sarif, for everthing! And I swear I’ll always talk to people about you… To my children and to the children of my children and they will all now, and feel gelouse, because I had the best nana of the entire entire world. Take care Sarif and take care of me wherever you are…

Bye bye my firend, I’m sure we’ll meet someday back and you will be there like you’ve been always.

Au revoir Sarif et merci pour tout ! (K)