Si alguien me preguntase cuáles son mis sueños y tuviese que ser completamente sincera, esta respuesta es la que más se acercaría a la realidad.
Yo siempre he sido una niña muy soñadora…y lo sigo siendo con 20 años. Y sueño con todo tipo de cosas, como todo el mundo. Pero quizás cuando me pongo a soñar en serio, por así decirlo con “fuerza”, intento imaginarme cómo será mi vida. O cómo me gustaría que fuese.
Me imagino casándome pero es que también me imagino cómo será el día cuando me pidan matrimonio. Y me imagino lo nerviosa que estaré y que me temblará la mano cuando vea el anillo… Tampoco me lo imagino como la pedida de mano más original y maravillosamente ensayada. No, para nada. Al contrario… Me gustaría que fuese una sorpresa. Desde que me lo pidiesen en un viaje, sentados en un parque o en el retiro haciendo un picnic o tumbados viendo la tele en casa… Claro que también me imagino algo bonito como que me lo pidiesen en un restaurante y que todo fuese así como que perfecto.
Después me imagino mi boda… vestida de blanco, con un vestido precioso… E ir caminado a paso lento pero decidido hasta el altar… Me imagino cortando la tarta de la boda, bailando mi primer baile de casada… Lo que todas las chicas soñamos a veces.
¡Luego me imagino con muchísimos hijos! Sí, es que yo soy muy madraza, jeje, y me gustaría tener al menos 2 y preferiblemente 3. Niños y niñas. Biológicos y adoptados. Para mi los niños son lo más bonito en el mundo. Me encanta verles, jugar con ellos, hacerles reír… Hace unos días, cuando visité por la noche Valle de la Fuenfría para dejarle un sacacorchos a un vecino, me encontré con unos niños pequeños a los que había cuidado desde muy chiquitines. Y la verdad es que me hizo mucha alegría ver lo mucho que habían crecido… Pensar que en cierta manera eres parte de lo que ahora son, ¿no? Y la ilusión fue mucho más grande cuando vinieron corriendo a darme besos, decirme lo guapa que estaba… Lo genial de los niños es que no mienten. No me refiero a que yo sea una chica guapa, jejeje, pero guapa no soy, pero yo lo reconozco. No me considero una chica guapa. Me considero una chica…con ángel, con encanto…que se saca partido, pero en ningún caso una chica guapa. Fea tampoco…normal, sencilla (bueno, muy sencilla no es que sea yo precisamente, pero bueno…:P). La cuestión es que me encantó que el recuerdo que tenían de mi siguiese vivo. Y fue seguramente una de las noches más bonitas de este mes porque recuerdo que uno de ellos, el más pequeño (Nachito, el hermano de Paula, Tomy y Celia), se me quedó dormido en los brazos mientras su hermana y Triana me cantaban canciones que se habían aprendido. Y es curioso, por que de repente, cuando ya te vas a despedir porque te vas a casa y ya has hecho lo que tenías que hacer, te paran esos niños y te piden que les acompañes a casa, que les metas en la cama y que te quedes con ellos… Bueno, al final y como siempre, cedí. Terminé acompañado a Celia y a Nachito a casa, les puse los pijamas y me tocó cantarles una nana para que se quedasen dormidos, jejeje. Y la realidad es que se durmieron en 5 minutos, jajaja. Pero lo bonito no es eso. Lo bonito es ver a esas personitas chiquititas que confían en ti, que te piden que no les dejes solos porque les da miedo la luz… Y si ya es bonito cuando no son “nada tuyo”, cómo debe ser cuando son tus hijos…
Para mi lo más grande que me podría pasar sería, sin lugar a dudas, tener hijos. Y da igual que sean biológicos o adoptados. Un hijo es tu otra mitad. Es tu razón de ser y por supuesto tu razón de vivir. Y no se es más madre por traer al mundo a un bebé. Desde mi punto de vista, mamá es aquella que te acuna, que te baña, que te da el biberón, que te mece en sus brazos. Mamá es la que te lleva a la guardería y espía cinco veces antes de irse para asegurarse que estás bien. Mamá es la que te ayuda a levantarte cuando te caes. Es la que vela tus sueños y cuida cuando estás malito… Por eso es un error pensar que se es más madre por traer a un hijo al mundo. Un hijo es mucho más que el significado biológico que le una a su madre. No quieres el ADN de tu hijo, quieres a tu hijo.
Muchas veces me pasa que sueño (despierta) cómo me gustaría que fuese un día normal en mi vida “adulta”. Ya casada y con hijos. Me imagino llegando a casa, después de haber revisado todas las noticias, artículos y fotografías que saldrán en el próximo número de Vogue (es que quiero ser periodista de moda, jejeje), enfundada en una camisa de corte masculino blanca y cuello de cisne y una falda de tubo gris perla, con unos taconazos de vértigo de la última temporada de Christian Louboutin. Llegar a casa, abrir la puerta, tirar el bolso de Prada que compré después del último desfile de la firma en Milán, y nada más entrar, dejar de lado esa mujer “de empresa”, vestida de punta en blanco, mirada firme y penetrante, para pasar a ser la mamá más divertida del mundo.
Me imagino cerrar la puerta y dejar fuera a la Amaya seria, formal, exigente en el trabajo. Y correr a quitarme los tacones, darle un beso a mi marido y ponerme un pijama cómodo, unas pantuflas de corazones y ponerme a hacer la cena, jugar con los niños, leerles cuentos… Me imagino llegar por la tarde, cuando ya estén en casa y sacar todas las cosas que se necesitan para hacer un bizcocho y ponerme a hacerlo con ellos. Vestirles con delantales con sus nombres, unos sombreritos de chef y cada uno darle lo que hacer. Es algo así como película americana, ¿no? Pero es algo que me encantaría…
Igual que sueño mucho este tipo de cosas, sueño mucho con el amor… Me da miedo quedarme sola. Me da miedo que no haya quien se enamore de mi, que no haya quien me tenga la paciencia suficiente, jejeje, o quien no quiere pasar su vida conmigo… Y me da por pensar a veces, o soñar, que sería precioso encontrarte con esa persona que necesitase de ti (sin depender de ti, porque no es lo mismo) y que te diese momentos increíbles.
Soy una persona que creo que cuando se quiere, en el aspecto de estar enamorada, sólo se quiere a una persona. Y el resto, da igual. No pones tus ojos en otros. No olvidas por un momento a la persona con la que estás… Quizás por eso no entiendo la infidelidad. No es que me parezca mal es que me parece una incoherencia. Y me parece mal desde la parte de quien “pone los cuernos” hasta la parte de quien los consiente. Y todos hemos metido la pata en eso; yo misma lo he hecho (pero de todo se aprende y esto, como todo, no es una expceción).
Lo que también sé es que yo nunca voy a aceptar ser el segundo plato de nadie. Valgo mucho más como para ser las sobras… Y sí es verdad que alguna vez me he equivocado y quizás dejado llevar por las circunstancias y nada lo justifica… Pero la realidad es que eso de que “en el amor y en la guerra todo vale”, es mentira.
Ni en el amor ni en la guerra todo vale.
Alguna vez he pensado eso de: “¿a mi qué más me da el resto? Tengo que preocuparme por lo mío, por mi, no por los demás”. Bueno, pues las cosas no funcionan así. En el amor no vale todo. No vale meterse con alguien que ya tiene a otra persona. No vale como ética y menos como respeto. Lo que es de una/uno no es otro. Igual que en la guerra tampoco vale todo. No vale matar a niños, no vale matar a gente inocente. No vale poner bombas en colegios ni obligar a gente a seguir una doctrina. No, por supuesto que no es verdad es de que “en la guerra y en el amor todo vale”.
Hace unos días y haciendo alusión a este último punto, alguien me preguntaba qué era lo que jamás perdonaría. Bueno, decir jamás ya de por si es una barbaridad. Quién te dice que por amor no perdonas todo. Pero si tuviese que decir algo, lo que no perdonaría es una mentira. Y una mentira es el compendio de muchas cosas. Un engaño es una mentira, unos cuernos son una mentira… No es que sea de las personas que piensen eso de “quien te quiera no te hará llorar”. Eso es una estupidez. Las personas lloramos queriendo y no queriendo. Es inevitable que la persona que te quiera te haga llorar. El llanto es algo implícito en el carácter de las personas. A mi alguien puede quererme con locura pero no podrá impedir a toda costa herirme.
Sí soy, sin embargo, de las personas que creen que los sueños están para hacerse realidad, no para guardarlos en un rincón del cerebro. Yo tengo sueños, sueños que quiero cumplir y por los que voy a hacer todo lo posible porque ocurran. Sueño con enamorar a alguien y enamorarme yo igual de él. Sueño con tener muchos hijos. Sueño con una casita con perros. Sueños con hacer un viaje de novios a Isla Mauricio. ¡Sueño con acabar ya mi carrera! Todo tipo de sueños.
Los sueños a fin de cuentas nos mantienen vivos. Soñamos con repetir un beso, soñamos con borrar un beso… Soñamos con alguien con quien no deberíamos soñar. Soñamos con ser los más importantes y tenerlo todo. Soñamos con todo tipo de cosas. Soñar quiere decir que se está vivo, que aún hay cosas por las que vivir.
Si no soñásemos entonces estaríamos muertos. Lo tendríamos todo y lo maravillosa de la vida es que siempre podamos soñar con un poquito más. No se trata de avaricia ni quererlo todo, se trata de tener algo por lo que mantenerse ilusionado. Y yo soy una persona que sueña mucho.
Me ha ocurrido que he soñado egoístamente… He soñado que alguien se atrevía a dejar todo por mí, pero es que todas y todos hemos soñado con eso alguna vez. Y luego cuando pasan los días te das cuenta de que no tienes que soñar que otra persona lo deje todo por ti. La persona que quiera conocerte y tenga el valor, será la persona que lo haga. No se trata de soñarlo. He comprendido que los sueños son la delgada línea que separan la realidad de la ficción, pero que la realidad es la que permite que los sueños se realicen.
He llegado, por así decirlo, a la idea de que la persona que me quiera o se atreve a quererme, no es la persona con la que necesito soñar que lo deje todo por mí. Los sueños son algo individual. Aunque soñemos todos cosas parecidas, mi sueño es mío y tu sueño es tuyo.
Y así es un poco como los sueños influyen en mi vida. Desde cómo quiero ser a las cosas que quiero que me pasen.
Ya he dicho que para mi el amor es algo muy bonito y que tiene su significado. Para mi el amor son muchas cosas y se demuestran en diferentes aspectos.
Para mi estar enamorada es no tener ojos para otra persona. Estar enamorada es conformarte con un helado en un banco de la Plaza de Oriente. Estar enamorado es saber apartarte a tiempo de la persona que no está contigo. Estar enamorado es renunciar por un lado y por el otro. El amor es un tira y afloja. Y el amor no es perfecto.
A veces pienso: ¿la persona que pone los cuernos quiere decir que no está enamorada? Si lo aplico a cómo entiendo yo el amor, es decir, el estar ENAMORADA, no, no está enamorado. Ahora si lo aplico al querer, a la atracción, al sentimiento…por supuesto. De los errores aprendemos. Hay veces que cayéndote y dándote de bruces te das cuenta de lo que realmente quieres. A muchas personas les pasa que ponen los cuernos y es entonces cuando descubren que de verdad quieren a su pareja. Lo que pasa es que también ocurre que quien pone los cuernos descubre que querer no es amar.
En mi caso nunca he puesto los cuernos a la persona con la que estaba, pero también es verdad que nunca me he enamorado… No porque sea difícil de enamorar, que lo soy, sino simplemente porque no ha surgido… Eso no quiere decir que no me ilusiones, que no tenga expectativas, que no tengas maripositas revoloteando todo el tiempo en la tripita. Lo que pasa es que el amor aparece, no se puede buscar. Porque aunque se busque, no va a aparecer por ciencia infusa.
También puede pasar a veces que la comodidad de lo conocido es mejor que el misterio de lo desconocido. Hace unos meses, una de mis mejores amigas, se enamoró de un chico con novia (sí, si hay curiosos, yo también me he fijado en un chico con novia, pero no me he enamorado, lo que no quita que como todas me haya ilusionado alguna vez). Al principio todas decían que aprovechase, que si él estaba dispuesto, que la que no tenía “problemas” era ella. Y sí, visto desde ese punto de vista puede que sea verdad, pero en el fondo es una mentira enmascarada Sí tienes un problema cuando te fijas en alguien “ocupado”. ¿Por qué? Porque corres el riesgo de enamorarte y pasarlo mal, que es lo que le pasó a ella. Para él la situación era comodísima: hoy con mi novia, mañana con mi amante. Y si encima no se conocen, ¡mejor! Bueno, pues no. Una mujer tiene que hacerse valer.
Soy de las personas que piensan que no puede ser el peluche de estantería de ningún chico. El que me quiera a mí, que me quiere sólo a mi, porque yo le querré sólo a él y no a 20 más. El amor es renunciar al resto. El amor es tener besos y caricias sólo para una persona, no para 500. Y allí se incluye el dejar en paz a los que ya tiene novio o novia. Esa persona no te “pertenece”. Esos besos no son tuyos, no son para ti. Y al final tienes que entender que es mejor una derrota a tiempo que una victoria a destiempo y agria.
Lo digo siempre: yo valgo por mis actos y por lo que soy. El que me quiere, que se arriesgue. Que ya me arriesgaré yo como la que más, pero que jamás me traten como el segundo plato, porque nunca me dejaré tratar yo de esa manera.
No soy ni la chica más guapa, ni las más inteligente, ni la más alta, ni la más divertida. Pero soy una persona y soy además una persona con carácter y bajo ningún concepto estaré a la lista de la cola de un chico.
Soy lo que se ve de mi y si alguien de verdad siente por mi, que se atreva, pero si no siente, que se deje de juegos ridículos. Mi frase es “que lo cobardía no sea nunca tu aliada; en todo caso excusa de otros”.
En esta vida hay que ser valiente. Y la valentía cuesta. Y no estoy hablando de ser valiente en el amor. Del amor ya he hablado y tampoco hay mucho más que decir.
La valentía es algo a lo que tenemos miedo, lo cual no deja de ser paradójico. Tenemos miedo desde a tirarnos en paracaídas hasta, por supuesto, dejarnos llevar por los impulsos. Y es que los impulsos son difíciles de controlar… Pero bueno, la valentía es atreverse. Es coger al toro por los cuernos. Es agachar la cabeza cuando llega el momento. Yo soy muy cobarde para muchas cosas, pero no soy cobarde para pedir perdón. No soy cobarde para reconocer que alguien me gusta. Sin embargo, soy cobarde para arriesgarme en el amor. Pero es que me pasa como a mucha gente: queremos que nos lo den todo servido en bandeja y la realidad es que la vida no es eso.
“El que no arriesga, no gana”. Es verdad. Pero también es verdad que sin arriesgar se puede ganar también. Hay cosas que la vida te las da sin más, no tienes que luchar por ellas. La vida te las sirve. Lo malo, es que suele pasar que la vida nos esconde lo que más queremos y si no sabemos ser valientes, quizás nos estemos perdiendo de algo que podría haber sido para nosotros.
De cualquiera manera, la vida es corta y no es una forma de hablar. La vida es corta de verdad. 80 años se pasan volando. Y hoy estás bien pero mañana puedes estar enfermo. Por eso la vida hay que vivirla como si fuese con el último suspiro. Desgraciadamente, y esto nos pasa a todos (me incluyo), hasta que no te das cuenta de eso, vives la vida con clama…
¡En la vida hay muchísimas cosas que hacer! En la vida hay que equivocarse, meter la pata, llorar, pasarlo mal; sufrir. Eso de que la vida hay que vivirla y ser feliz no lo comparto. Es verdad que hay que intentar estar contento, luchar por la felicidad. Hacer de cada momento un momento bonito para recordar (algo que puedas apuntar en tu diario y leer en 20 años y recordar con una sonrisa). Pero la vida también es sufrimiento. Lo que pasa es que tenemos miedo a sufrir. Y es normal; lo cómodo es lo contrario, jejeje. Pero del sufrimiento se aprende, del sufrimiento se sacan muchas cosas positivas. No se trata de ser masoquistas, sino ser realistas. Yo sé que lo voy a pasar mal pero también sé que lo voy a pasar increíblemente bien. Por eso la vida hay que pintarla con matices. No en blanco o negro. La vida tiene grises, rosas, azules…es, metafóricamente, un arco iris.
No tengo un concepto peculiar de la vida. No la entiendo de forma diferente al resto. La vida simplemente la comprendo como la veo… Mi vida es genial. No es perfecta, no tengo todo lo que quiero, pero con todo, mi vida es genial. He conseguido muchísimas cosas.
He viajado, he conocido diferentes culturas. He estudiado y sigo estudiando. He quiero y me han querido. He besado a mi amor platónico, jaja (no todas han podido, jajaja), he nadado con tiburones (vale…eran pequeños, pero eran tiburones, jajaja). He aprendido que las personas no son razas. La persona es eso, una persona. El envoltorio o el color es lo único que quizás pueda “diferenciarnos”. He hecho obras de teatro en hospitales. He conseguido que una madre me confíe a sus hijos. He aprendido que la vida es lo más bonito que tenemos. ¡He conseguido hacer que un niño con cáncer se olvide que está enfermo. ¡Eso es algo increíble! Conseguir que una persona se olvide por un momento de su mundo y que “cree” otro aparte y que tú formes parte de él…es increíble, de verdad.
Así que por supuesto que mi vida es genial. Claro que me han pasado mil cosas por las que lo he pasado mal, pero merece la pena todo cuando consigues tener recuerdos positivos.
Si ya he dicho que mi forma de entender la vida no es que sea diferente a la del resto de la gente, sino que es simplemente cómo la veo por cómo la vivo, también puedo decir que con todo lo mal que lo he podido pasar y con todo lo mal que lo pasaré en el futuro, mi vida es mía y por nada del mundo se la cambiaría a nadie… Y quien quiera disfrutarla conmigo, que lo haga. La vida, nuestra vida, hay que compartirla. Desde con las amigos, hasta con tu novio, marido, familia o incluso tu perro, jejeje.
Si tengo algo claro es que lo más bonito de la vida es poder vivirla en compañía. Quizás no puedo ofrecer a la gente lo más increíble de este mundo, pero sin duda ofreceré lo mejor que tengo de mi y quien quiera hacer este “paseo” de vivir la vida conmigo, que lo haga, que yo estaré encantada de “pasear” con ella y crear juntos un bonito recuerdo de este paso por un mundo que es mejor, sólo porque existimos, gracias a Dios, muchas más personas buenas, que malas. ;)